El proceso de cuajado de los frutos constituye una etapa crítica en el cultivo que influye directamente en su rendimiento y, por lo tanto, en la rentabilidad del agricultor. Es por ello por lo que hay que prestar especialmente atención a los cuidados durante este periodo, el cual comienza antes de la floración y afecta tanto al desarrollo físico como hormonal de la planta.
Un correcto cuajado del fruto depende de una nutrición equilibrada, la cual debe ser satisfecha antes de llegar a esta fase, con el fin de abastecer todas las necesidades energéticas requeridas para su formación. Uno de los macronutrientes fundamentales en este proceso es el fósforo, esencial para la formación de flores, la división celular y la producción de azúcares y energía por parte de la planta.
Entre los micronutrientes esenciales destacan el boro, el molibdeno y el zinc. Se ha demostrado que el suministro en los días previos a esta etapa, mejora tanto la floración como el cuajado de los frutos.
¿QUÉ PASA CUANDO HAY CONDICIONES DE ESTRÉS?
La incertidumbre y variabilidad climática han incrementado la exposición de los cultivos a condiciones de estés, tanto hídrico como térmico, de manera continua. Por ello, es crucial implementar medidas que permitan a los cultivos adaptarse eficazmente a entornos altamente variables.
El éxito del cuajado de frutos se ha relacionado en primera instancia con los aspectos hormonales, especialmente con unos niveles adecuados de giberelinas, las cuales, junto con un correcto balance de boro y molibdeno, son responsables de la creación del tubo polínico y favorecen una estimulación adecuada del crecimiento del óvulo.
El polen depositado en el estigma produce estímulos positivos de crecimiento, como auxinas y giberelinas. Las giberelinas producidas por el polen desempeñan un papel en el aumento de la producción de auxinas en el ovario, favoreciendo así la división celular y, por ende, el cuajado inicial.
Sin embargo, la planta puede experimentar abscisión de frutos si se encuentra sometida a un estrés constante. En respuesta al estrés, se acumulan ácido abscísico (ABA) y ácidos carboxílicos (ACC) en raíces y frutos, afectando los niveles de etileno que activan la respuesta hormonal de la abscisión. Por lo tanto, abordar de manera efectiva esta problemática se vuelve crucial.
Las algas marinas, especialmente las algas pardas como el Ascophyllum nodosum, son ampliamente utilizadas en la agricultura para mitigar los efectos del estrés abiótico. Los extractos de algas contienen diversos constituyentes químicos bioactivos, tales como betaínas, manitol, aminoácidos, polisacáridos, ácidos grasos, vitaminas y reguladores del crecimiento como auxinas, citoquininas y giberelinas, entre otros. Inducen cambios en el metabolismo celular al estimular la síntesis de moléculas antioxidantes, mejorando así el crecimiento de las plantas y su resistencia al estrés.
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